Durante los últimos 100 años los países más desarrollados han duplicado las expectativas de vida de sus habitantes. Gracias a nuevos antibióticos y medicamentos de última generación, sumado a una mejor nutrición y la implementación de medidas de higiene, sus pobladores han pasado a tener una esperanza de vida de más de 80 años, en lugar de los 40 o 50 que tenían a principios del Siglo XX.
Pero los expertos quieren ir más allá, y en la medida que se desarrollan nuevas técnicas, se esperan lograr que los seres humanos alcancen o superen los 100 años, un avance que además debería ir acompañado de una mejor calidad de vida.
Como dijo alguien una vez, “mi deseo es envejecer joven lo más tarde posible”.
Pero para aumentar los años de vida no se necesita de magia, aunque mucho va en los genes; la realidad es que existen actitudes y hábitos que influyen, como no fumar, hacer ejercicios, evitar el alcohol y sobre todo llevar una alimentación adecuada, con un alto consumo de verduras, frutas, legumbres, pescado, grasas monoinsaturadas y poca carne roja.
Esta combinación, que muchos han bautizado como “Dieta Mediterránea”, reduce las probabilidades de sufrir dolencias tan extendidas como las enfermedades cardiovasculares.
Aun así, el envejecimiento es algo inevitable y de hecho es una condición necesaria pues es la única forma de vivir mucho tiempo… Pero todos coincidimos en que lo importante es el hecho del cómo envejecer, en la calidad de vida que se tenga en esa etapa tan importante.
Los estudios científicos anti-envejecimiento han dado muchas pautas a seguir y enfocadas todas en la prevención y en algunos pilares básicos como:
- Combatir el exceso de radicales libres.
- Ejercicio Físico moderado y frecuente.
- Descansar adecuadamente.
- Evitar el tabaco y el alcohol.
- Alimentación sana y variada
- Bajo consumo de azúcares simples y alimentos refinados
- Tener una actividad mental ágil.
- Estrés bajo control y mantener una actitud positiva.
Todas estas pautas son importantes y en los siguientes posts iremos desgranando una a una. El estrés, la depresión, la ansiedad y los altibajos emocionales en general tienen una relación directa con el envejecimiento prematuro. Cuando el estrés es frecuente y por largos períodos de tiempo, a largo plazo se produce un efecto perjudicial para nuestra salud y no solo contribuye al envejecimiento sino también es causa de aparición de enfermedades crónicas.